No somos el ombligo del mundo.

Y siempre hay quien está peor que tú.
Ayer estaba amargada por haber tenido que madrugar e irme a estudiar, y cuando sali a las 2 de la tarde para irme a comer a casa, me encuentro a un señor tirado en medio de la calle.
En el rato en el que estuvimos esperando a la ambulancia le dio tiempo a contarnos que tenía 50 años, que era de un pueblo de Lérida, que había trabajado como transportista y que el deporte no, pero que le encantaba la música: Sabina, Barry White, Tina Turner y los Relámpagos.
Y lo que es más triste, que vive en la calle y que bebe mucho. Y que quiere dejar de beber porque tiene hemorragias internas, cirrosis, problemas cardíacos y se está muriendo.
Qué vidas tan duras hay a nuestro alrededor, no hace falta que nos vayamos a África a ver negritos muriéndose de hambre.
La gente lo pasa mal y a veces nos cegamos tanto en nuestros problemas que somos incapaces de verlos con distancia y darnos cuenta de que son incluso tontos frente a lo que hay a la vuelta de la esquina.
Que sí, que son nuestros y son los que nos tocan más cerca, pero tenemos la suerte de tener gente y recursos a nuestro alrededor para ayudarnos.
¿Es o no es la vida más fácil de lo que pensamos?
Nosotros nos la hacemos difícil.