
Allí abajo, las personas-hormiga no se dan cuenta de nada. Envidia su felicidad, su dicha cotidiana a base de edulcorante artificial y palomitas de maíz. Desearía ser ajena a la avalancha que ve aproximarse desde su torre vigía.
Sopla el aire fuerte, y golpea el polvo sus ojos grises, le revuelve los mechones de pelo rubio ceniza y con él se escapa el denso aliento de su último cigarrillo. No quiere ni una calada (la otra noche ya tuvo suficiente tabaco, suficientes copas y suficientes bufones) pero le hace compañía.
Tiene las manos heladas, aprieta los puños dentro de la gabardina color petróleo.
Apoya la cabeza en el muro de hormigón, y haciendo un gran esfuerzo, intenta volver al momento en que se le marchitó la primavera (si es que en algún momento hubo una verdadera primavera) a pesar de las tres varas de flor que no terminan de florecer en la maceta de orquídeas. Quizá la hubo y la implosión fue tan fuerte que pasó desapercibida, y no hay nada que recordar. Palidece un poquito más de pensar que ni el recuerdo le queda.
Y para disimular se pinta los labios color frambuesa…
para guardar la compostura y pasar desapercibida entre la plebe.
La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?
3 comentarios:
Y hasta la última fase que no he reconocido a la protagonista. Pero creo que va a otros asuntos más mundanos y plebeyos, más de relaciones diplomáticas de corona a poder o algo así. O eso comentan las malas lenguas viperinas enemigas de las princesitas de cuento... y hasta de las reales.
Estudia mucho y no se te olvide disfrutar.
jeje, coincido con dezaragoza, y añado un besote!!
Buah! ¡que maravilla de texto y de foto! Felicidades niña!
Un beso y "palante"!
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