domingo, 16 de noviembre de 2008



Me gusta "desaprovechar" las mañanas de domingo reiterativamente, semana tras semana.


Pasear, mirada inquieta, y capturar en las retinas el aire ocre de la estación, la decadencia del color en los árboles, en la ribera del río, el olor dulce de la tierra humedecida...


Borrón y cuenta nueva mental mientras acaricio el brevísimo pero cálido sol del mediodía (¿o es él quien me acaricia a mí?), y me abrazo, y me dejo soñar -que no está mal hacerlo de vez en cuando-.


Euterpe y yo miramos ensimismadas hacia el mismo sitio, cada una vemos la vida de un color diferente, subidas al kiosko de nuestra fantasía.

Ella se queda allí, haga frío o calor, tarareando...
A mí me gusta más soñar por la mañana que por la noche, y el sueño dura hasta que vuelvo a casa.
Y me quedo con el recuerdo de esta sensación hasta el domingo siguiente.




3 comentarios:

Duncan de Gross dijo...

Es curioso, en mi ciudad había uno parecido...;)

Duncan de Gross dijo...

Es curioso, en mi ciudad había uno parecido...;)

Auggie Wren dijo...

¿Es que acaso se pueden "aprovechar" las mañanas de domingo?

Sláinte.