Me gusta "desaprovechar" las mañanas de domingo reiterativamente, semana tras semana.
Pasear, mirada inquieta, y capturar en las retinas el aire ocre de la estación, la decadencia del color en los árboles, en la ribera del río, el olor dulce de la tierra humedecida...
Borrón y cuenta nueva mental mientras acaricio el brevísimo pero cálido sol del mediodía (¿o es él quien me acaricia a mí?), y me abrazo, y me dejo soñar -que no está mal hacerlo de vez en cuando-.
Euterpe y yo miramos ensimismadas hacia el mismo sitio, cada una vemos la vida de un color diferente, subidas al kiosko de nuestra fantasía.
Ella se queda allí, haga frío o calor, tarareando...
A mí me gusta más soñar por la mañana que por la noche, y el sueño dura hasta que vuelvo a casa.
Y me quedo con el recuerdo de esta sensación hasta el domingo siguiente.
3 comentarios:
Es curioso, en mi ciudad había uno parecido...;)
Es curioso, en mi ciudad había uno parecido...;)
¿Es que acaso se pueden "aprovechar" las mañanas de domingo?
Sláinte.
Publicar un comentario