domingo, 7 de diciembre de 2008

Historias de la flying bed

Y voló.
Primero un pequeño vértigo, nada importante.
Luego el aire frío de la noche golpeándole la cara, menudo contraste con la canícula de agosto.
Después se sucedieron cientos y cientos de imágenes, paisajes a toda velocidad... fue tan rápido, pero vió tanto a través de las nubes, que no sabría decir si duró un segundo o mucho más tiempo.
De repente, se encontró sentada en un vagón de tren, a su lado.
Sabía que no la veía (se hubiera llevado un buen susto de haberla visto aparecer allí de repente), así que se dedicó a observarle con atención todo el trayecto -era tan gracioso haber recorrido miles de kilómetros para terminar sentada en un tren...-.
No sabía dónde iban, y no podía preguntarle nada a él. Y además, ¿en qué idioma?

3 comentarios:

cristal00k dijo...

A veces, no importa donde, ni como, pero si con quien. Y no hacen falta palabras, basta con "estar". Muchas gracias por tu comentario en mi blog, del que suscribo el 100%.
Tu blog, es una bonita sorpresa a la que pienso viajar a menudo.
Un beso.

La pequeña Lo dijo...

Cómo mola la historia. Va a tener segunda parte? porque sería interesante saber cómo acaba todo.

Irene dijo...

Las historias de la flying bed son las historias que me pasan desde mi cama, que era una f-bed último modelo y que poco a poco se queda anticuada, pero que sigue funcionando muy bien, y en la que me doy graaandes paseos nocturnos...
Contaré cómo acabó, por descontado.